Carlos Fuentes un héroe de Comandos de Salvamento (42 años), originario de Apopa, nos cuenta que toda su vida la ha dedicado a la institución, fue un 1 de octubre de 1986 que decidió dedicarse a brindar ayuda humanitaria, desde entonces pensó ponerse su capa con los distintivos de la corporación; Carlos ha vivido un sinnúmero de eventos en el país, tanto de alegría, como de tristeza.
A lo largo de 30 años de servicio como rescatista, ha visto eventos que le han tocado el corazón tanto de alegría, como de tristeza y momentos difíciles dentro de la institución.
En su carrera ha logrado percibir el dolor de cada una de las personas a las que ha brindado su ayuda, “quiérase o no para nosotros los socorristas, nos marca rotundamente ver el sufrimiento de las personas, nos hace reflexionar en algunos detalles; independientemente al tipo de emergencia que nosotros acudamos, nos marca”, comentó.
El súper héroe, vestido con su equipo de rescate, con la confianza y fe puesta en el Creador relató cómo han logro sobrevivir al conflicto armado, terremotos, catástrofes naturales entre ellos la tormenta tropical STAN, el huracán MITCH, la tormenta E12.
Una infancia llena de determinación y con servicio al prójimo
Durante su niñez recuerda que estudiaba, jugaba al futbol como todo niño, pero, alrededor de los diez años comenzó su inquietud por ir a Comandos de Salvamentos, ya que su hermano mayor estaba en la institución, Carlos nos manifiesta que su hermano habló con el jefe de la seccional para que lo dejaran ingresar a la institución, “después que mi hermano habló con el jefe y ver mi interés de servicio, me dejó ingresar a los 11 años de edad en la seccional de Apopa, yo vivía a una cuadra de la base”.
Carlos relató al periódico ESpectador que pasaron dos años de servicio humanitario, donde podía evidenciar la importancia de ayudar al prójimo por los acontecimiento que se sucintaban en ese entonces; pero, a su madre no le gustaba la idea de que tan pequeño se incorporara a la institución, su padre sí le brindaba su apoyo, eso lo impulsaba a servir.
El vocero de comunicaciones de Comandos de Salvamentos, manifiesta que su madre dos años después, lo interna en al Centro Coronel Francisco Linares (que en esa época era militar) de Apopa, para que desistiera a la institución, pero, como Carlos contaba con el apoyo de su hermano; le dijo como tenía que hacer para poder cumplir con sus turnos. También le enseñó la ruta de escape del centro de estudio para seguir sirviendo a la población; “para lograr salir a mis turnos tenía que subirme por un poste y luego me deslizarme por la pared, durante dos años estuve haciéndolo hasta que fui descubierto por mi madre, y no dudó en presentarse la mañana siguiente al colegio conmigo”, recuerda con una sonrisa en su rostro.
También narra que todo ese día no recibió clases, pasó castigado haciendo ejercicio militar y el fin de semana no le dejaron salir, pero, eso no terminó con sus ganas de seguir y servir a los salvadoreños. Luego encontró otra ruta de escape, que fue su salida para seguir haciendo lo que más amaba, durante tres años más.
La sorpresa fue en el 1993, cuando fue becado para ir a Estados Unidos a capacitarse como Técnico en Emergencias Médicas, durante cinco meses, donde se graduó en el servicio de emergencias.
48 horas de horror

Carlos recuerda que para el Huracán MITCH él fue uno de los de cinco socorristas que quedaron atrapados en el Bajo Lempa, sin comunicación, ni alimentos, relata que fueron 48 horas de horror que vivió en carne propia.
Con un rostro que lo caracteriza de fuerza y seguridad, recuerda que ese momento fue de angustia, pero no perdía la esperanza de ser rescatado. Relata que se les rompieron las cuerdas, quedando totalmente aislados, sus compañeros tomaron la decisión de amarrarse entre ellos, con la determinación de sobrevivir todos o que a los cinco se los llevara la corriente, por lo que considera la experiencia bastante dolorosa y no se la desea a nadie. Afortunadamente después de 48 horas los rescataron “¡Gracias a Dios!”.
Recuerda que en ese ocasión logró mantener la calma; “yo fui siempre positivo, a pesar que uno de mis compañeros ya no aguantaba, el mismo cansancio, el no poder consumir líquidos, solo el agua del rio para medio sobrevivir”.
Momento de frustración
Con rostro de tristeza palabras cortadas y una mirada pérdida, recuerda el evento más doloroso de su vida, eso fue en 1995 cuando falleció su padre a raíz de un impacto de bala en su cabeza; en el momento de la emergencia su hermano y él fueron los que lo atendieron. “Fue bastante doloroso para mí, ver morir a mi padre, verlo morir en las propias manos de uno”.
Carlos nos manifiesta que después del deceso de su padre quedó muy afectado, por la frustración de no haber podido hacer muchos más para salvar la vida de su padre, cosa que lo llevó a poner en duda sus conocimientos adquiridos en Estados Unidos; pero, gracias a unas terapias logró superarlo.