Verónica Rivas una mujer de 42 años, no vidente pero sin limitantes; nos abrió las puertas de su vida y nos contó como ella dejó de ver la luz y se enfrentó a la oscuridad.
Rivas es madre de dos hijos; Luz Canizales Rivas de 17 años y Julio Cesar Canizales Rivas de 12, quienes tienen problemas de miopía avanzada, pero, con sus lentes pueden ver perfectamente.
Rivas es casada con una persona no vidente, quienes son parte de los fundadores de la Asociación de Ciegos de El Salvador ASCES, que este 7 de octubre cumple 25 años.
Verónica recuerda con nostalgia que nació como una niña normal, a un está plasmado en sus recuerdos la luz del día, los colores y el rostro de sus padres; pero en un momento inesperado un niño se le acercó “me clavó las uñas en mis ojos”, la lesión fue tan grande que hizo que perdiera su ojo derecho, los doctores daban esperanzas con el izquierdo, estuvo en tratamiento en el hospital de niños Benjamín Bloom.
Pasado el tiempo cuando cursaba el 6° grado y llegando a la adolescencia exactamente a los 12 años, su única luz se apagó, dejándola en total oscuridad, pero esto no fue una limitante para ella.
Le costó mucho aceptar su ceguera, pero buscó ayuda en la escuela de ciegos, para rehabilitarse: «Para mí esta etapa fue dolorosa a pesar que era pequeña me dolió, yo conocía todo veía muy bien, me sentí frustrada y pensé soy la única que no ve», agregando que la rehabilitación le ayudó a superar su trauma por la discapacidad que había adquirido.
Tras la rehabilitación, su ambición de superación creció y decidió continuar con sus estudios, pero las mimas limitantes económicas no se lo permitieron, por lo que se tuvo que dedicar a trabajar, pasaron los años, se casó y fue entonces que logró sacar el bachillerato a distancia.
Para Verónica su discapacidad no la ha limitado para desarrollarse profesionalmente en los trabajos que son muchos los que ha desempeñado, pero por su mismo problema y la intolerancia que algunos salvadoreños poseemos los ha tenido que dejar: «Me ha costado, porque ha sido muy dura la discriminación, hay muchas barreras, la no inclusión son las barreras que más nos afectan, si hubiera más concientización y civilización de parte de la sociedad, la discapacidad no fuera una barrera».
Rivas desde los 17 años hace majes de masoterapia, su ambición de conocimiento no termina allí, a la fecha cursa una licenciatura en trabajo social.
Verónica hace un llamado a las empresas a pensar como persona y que los no videntes son seres humanos, que también tienen derechos y habilidades para desempeñar cualquier cargo, por lo que piden oportunidades laborales para todas las personas con discapacidad, asimismo pide que no se les discrimine en la parte de educación.